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sábado, 19 de junio de 2010
viernes, 2 de abril de 2010
El regalo
Entre las sabanas recordó que era sábado, se desperezaba lentamente pensando el nombre de ese día. Nadie ni nada la requería, ningún trabajo, ninguna actuación materna. Un día más de ese caluroso de verano.
Estaba sola en la casa, miró el hueco dejado por él, ya se había marchado. Se levantó despacio pensando qué hacer.
Consideró el destino de aquel regalo, un día libre, cumpliría cincuenta y cuatro años dentro de una semana pero la pereza la vencía para preparativos de una fiesta no deseada. Esa fecha solo le hacía consciente de ser el olvido. Olvido de mujer.
Miró hacia las sabanas, al vacío dejado por él y se adentró en ese lado de la cama, sus párpados descendieron varias veces con el sabor del recuerdo de él, de ese tiempo en que el hombre la miraba, la observaba, solo a ella, con murmullos de palabras no referidas a la rutina. Empezó a acariciarse como si fuera él, su lengua circulaba por sus labios en el deseo cálido del beso, le sintió sin estar, como antes, cuando sus brazos la rodeaban y jugaban con sus piernas. Las cortinas filtraban rayos que iluminaban su cara y ella deseaba seguir gozando de ese placer que su mente recordaba.
Qué hacer en ese día.
Fue hacia la ventana, descalza, sonriendo sola como lo hacía antes sabiéndose contemplada, admirada, tambaleando sus curvas mientras cerraba las persianas hasta dejar la habitación en penumbra con una luz dorada y seca de la pequeña lámpara de mesa. En la estantería centró su vista en una edición de Lily Litvak, "Antología de la novela corta erótica española de entreguerras, 1918-1936", luego, en la cómoda, revolvió entre su ropa para elegir encaje negro, tirantes que solo rompían brevemente la desnudez de sus hombros, seda tras un baño de sales. Un día dedicado a retornar al placer, ayudada de baños y sedas, de letras vivas, de melodías trémulas que seducen.
Dejándose sentir por el agua y la espuma, el Andante de Schubert, de su Impromptus, parece adormecerla, sin percibir al hombre que abriendo la puerta, sorprendido por la quietud y el silencio, se asombra por la figura femenina casi ya olvidada, las rodillas sobresaliendo del agua y el rostro de su mujer en un color ascendente de melocotones maduros. No se pregunta, solo la recorre con sus ojos soleados, se descalza silenciosamente, sin quebrar la magia, se arrodilla junto al encaje esparcido sobre las baldosas y sus brazos se retuercen en el agua en los muslos de ella, iniciando con su boca un paseo por su cuello, alzando la mano hacia sus párpados cerrándolos tras la conciencia de ella de saberse con él, apretando los lóbulos entre los labios, la camisa empapada de agua perfumada oscilando entre sus pechos relajados cuya aureola se oscurece de placer, sus senos sobresaliendo del agua sujetos por la firmeza de esas manos conocidas, absorbidos por la boca masculina. Ella abraza su cabeza entre sus manos, le hace mirarla, a los ojos brillantes, sonrientes, y empieza a desabrochar la camisa mojada de agua y gozo, el se deja observar y acumula las toallas para el lecho de ella, la levanta para tumbarla sobre la felpa blanca, la quiere húmeda pero sin las aguas que el seca con su cuerpo, acalorados por su desnudez, pasea ahora por el monte de venus y ella se desliza, le toca, llega a su sexo viril y su respiración agitada y entrecortada es una, los sabores se mezclan, las bocas se entrelazan con ardor y los dedos del hombre penetran para prepararla, espera, se retiene hasta que el cuerpo femenino consiente su voluntad oscilando para que el uno se funda en el otro.
El placer compartido, requerido, deseado se prolonga con la separación de los cuerpos y la unión de sus miradas; ella rodea su cuello, besa sus pómulos y el la viste con seda reluciente, despacio, prosiguiendo el acto de amar con la tibieza del encaje sobre el cuerpo cálido, con sus labios sobre sus ojos, impidiendo que ella olvide a la mujer.
..
..Cuentos, cuentos cortos
Estaba sola en la casa, miró el hueco dejado por él, ya se había marchado. Se levantó despacio pensando qué hacer.
Consideró el destino de aquel regalo, un día libre, cumpliría cincuenta y cuatro años dentro de una semana pero la pereza la vencía para preparativos de una fiesta no deseada. Esa fecha solo le hacía consciente de ser el olvido. Olvido de mujer.
Miró hacia las sabanas, al vacío dejado por él y se adentró en ese lado de la cama, sus párpados descendieron varias veces con el sabor del recuerdo de él, de ese tiempo en que el hombre la miraba, la observaba, solo a ella, con murmullos de palabras no referidas a la rutina. Empezó a acariciarse como si fuera él, su lengua circulaba por sus labios en el deseo cálido del beso, le sintió sin estar, como antes, cuando sus brazos la rodeaban y jugaban con sus piernas. Las cortinas filtraban rayos que iluminaban su cara y ella deseaba seguir gozando de ese placer que su mente recordaba.
Qué hacer en ese día.
Fue hacia la ventana, descalza, sonriendo sola como lo hacía antes sabiéndose contemplada, admirada, tambaleando sus curvas mientras cerraba las persianas hasta dejar la habitación en penumbra con una luz dorada y seca de la pequeña lámpara de mesa. En la estantería centró su vista en una edición de Lily Litvak, "Antología de la novela corta erótica española de entreguerras, 1918-1936", luego, en la cómoda, revolvió entre su ropa para elegir encaje negro, tirantes que solo rompían brevemente la desnudez de sus hombros, seda tras un baño de sales. Un día dedicado a retornar al placer, ayudada de baños y sedas, de letras vivas, de melodías trémulas que seducen.
Dejándose sentir por el agua y la espuma, el Andante de Schubert, de su Impromptus, parece adormecerla, sin percibir al hombre que abriendo la puerta, sorprendido por la quietud y el silencio, se asombra por la figura femenina casi ya olvidada, las rodillas sobresaliendo del agua y el rostro de su mujer en un color ascendente de melocotones maduros. No se pregunta, solo la recorre con sus ojos soleados, se descalza silenciosamente, sin quebrar la magia, se arrodilla junto al encaje esparcido sobre las baldosas y sus brazos se retuercen en el agua en los muslos de ella, iniciando con su boca un paseo por su cuello, alzando la mano hacia sus párpados cerrándolos tras la conciencia de ella de saberse con él, apretando los lóbulos entre los labios, la camisa empapada de agua perfumada oscilando entre sus pechos relajados cuya aureola se oscurece de placer, sus senos sobresaliendo del agua sujetos por la firmeza de esas manos conocidas, absorbidos por la boca masculina. Ella abraza su cabeza entre sus manos, le hace mirarla, a los ojos brillantes, sonrientes, y empieza a desabrochar la camisa mojada de agua y gozo, el se deja observar y acumula las toallas para el lecho de ella, la levanta para tumbarla sobre la felpa blanca, la quiere húmeda pero sin las aguas que el seca con su cuerpo, acalorados por su desnudez, pasea ahora por el monte de venus y ella se desliza, le toca, llega a su sexo viril y su respiración agitada y entrecortada es una, los sabores se mezclan, las bocas se entrelazan con ardor y los dedos del hombre penetran para prepararla, espera, se retiene hasta que el cuerpo femenino consiente su voluntad oscilando para que el uno se funda en el otro.
El placer compartido, requerido, deseado se prolonga con la separación de los cuerpos y la unión de sus miradas; ella rodea su cuello, besa sus pómulos y el la viste con seda reluciente, despacio, prosiguiendo el acto de amar con la tibieza del encaje sobre el cuerpo cálido, con sus labios sobre sus ojos, impidiendo que ella olvide a la mujer.
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..Cuentos, cuentos cortos
domingo, 28 de marzo de 2010
Las 4 y 15
Como poder describirte esta agitación que me invade, o la temperatura de la piel de mis manos...como decirte, en pocas palabras, como siento esta agridulce sensación...
Camino por mis conocidas calles y te descubro detrás de cada flor, donde te escondes coqueta, tras los aromas que me acerca el viento, y allá, en el cielo, donde me parece que las estrellas titilantes dan contorno a tu figura de mujer.
Por qué esta ansiedad que me domina, y me hace sentir que estoy detrás de ti, acariciándote, para reducir tus penas, y aumentar los deseos, esos, que se han despertado llenando de fantasías los sueños.
Sientes mis besos resbalando por tu cuello?, giras, y ellos buscan el refugio de tus pechos, que endurecen y se elevan, respondiendo al impulso placentero de sentirte tan amada, tan mujer, y tan deseada por estos locos deseos.
Y después al estar vivas, niña-mujer, esas células de fuego, te dejas conducir en los brazos del amor, hasta el borde de tu lecho, y en suspiros consentir, ante tal requerimiento, ese que me guió a ti, hasta tu cuarto y tu tiempo.
Recorrer la geometría, esas curvas, desde el pelo, que se ha revuelto coqueto, y bajar por los contornos laterales de tu cuerpo, mientras tu cierras los ojos, para sentirte deseada, mas aun que lo supuesto.
¿Dejas hacer?, solo consiente el silencio, y algún que otro suspiro, aprobando un rumbo cierto, y ese camino recorro, poco a poco, beso a beso, y no opones resistencia, cuando acomodo la almohada elevándote hacia mi, para llenar tus entrañas y robar virginidades, no de muchacha ni sueño, sino esta, verdadera, que guardabas a tu dueño.
Y así, mejilla a mejilla, me quedo dentro de ti, quieto, y acariciando tus palmas, gozo así, de tu universo, saciando mi sed de ti, hasta quedar satisfecho.
Ya lo ves amor, así en mis horas te llevo, y de regreso a mi cama, siento en mi el sabor y aroma de tu piel, martillando en mis sentidos, y te pregunto mil veces, si es que alguna vez, mujer, te amaron como el que te ama...no, no respondas...yo te creo.
Ya es las 4y15 de la noche que por primera vez te soñé mía.
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..Cuentos, cuentos cortos
Camino por mis conocidas calles y te descubro detrás de cada flor, donde te escondes coqueta, tras los aromas que me acerca el viento, y allá, en el cielo, donde me parece que las estrellas titilantes dan contorno a tu figura de mujer.
Por qué esta ansiedad que me domina, y me hace sentir que estoy detrás de ti, acariciándote, para reducir tus penas, y aumentar los deseos, esos, que se han despertado llenando de fantasías los sueños.
Sientes mis besos resbalando por tu cuello?, giras, y ellos buscan el refugio de tus pechos, que endurecen y se elevan, respondiendo al impulso placentero de sentirte tan amada, tan mujer, y tan deseada por estos locos deseos.
Y después al estar vivas, niña-mujer, esas células de fuego, te dejas conducir en los brazos del amor, hasta el borde de tu lecho, y en suspiros consentir, ante tal requerimiento, ese que me guió a ti, hasta tu cuarto y tu tiempo.
Recorrer la geometría, esas curvas, desde el pelo, que se ha revuelto coqueto, y bajar por los contornos laterales de tu cuerpo, mientras tu cierras los ojos, para sentirte deseada, mas aun que lo supuesto.
¿Dejas hacer?, solo consiente el silencio, y algún que otro suspiro, aprobando un rumbo cierto, y ese camino recorro, poco a poco, beso a beso, y no opones resistencia, cuando acomodo la almohada elevándote hacia mi, para llenar tus entrañas y robar virginidades, no de muchacha ni sueño, sino esta, verdadera, que guardabas a tu dueño.
Y así, mejilla a mejilla, me quedo dentro de ti, quieto, y acariciando tus palmas, gozo así, de tu universo, saciando mi sed de ti, hasta quedar satisfecho.
Ya lo ves amor, así en mis horas te llevo, y de regreso a mi cama, siento en mi el sabor y aroma de tu piel, martillando en mis sentidos, y te pregunto mil veces, si es que alguna vez, mujer, te amaron como el que te ama...no, no respondas...yo te creo.
Ya es las 4y15 de la noche que por primera vez te soñé mía.
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..Cuentos, cuentos cortos
martes, 23 de marzo de 2010
Duerme
Sabes amor, cierra los ojos y duerme...
tomaré de la mano tu sueño y te llevaré de paseo,
no por esos lugares que acostumbramos a ir
hoy será a un lugar muy bello,
viajaremos tu y yo, adentro de ti, juntos, ven...
Flotemos entre nubes,
que ya en marcha se van sumando deseos.
Ya veo que te has quedado quieta
y mis manos silenciosas ponen en alerta tu cuerpo,
descendiendo poco a poco, recorriéndolo despacio,
para quitar toda tu piel del encierro,
soltando algunos botones, liberándote los senos,
que se hamacan al fin libres, para recibir mis besos
que van trepando muy lentos hasta llegar a tu cuello,
para sumergirse luego en la humedad de tu boca,
para saciarse...Sediento.
Mientras exploro el contorno de esos dos labios de fuego,
que saben a miel y brasa, donde me mojo y me quemo,
luego fingiendo llenarte y penetrar ese hueco,
como será penetrado mas adelante tu cuerpo.
Sientes amor ya mis manos temblorosas
bajan el ultimo baluarte, el que escondía el deseo,
y mientras mis ojos van recorriendo desde la raíz del pelo
hasta clavar la mirada donde se enciende mi fuego.
No suspires, aun no...
me gusta tanto mirar la desnudez de tu cuerpo,
como a ti que yo te admire, no suspires, aun no,
resérvalos para mis besos que ya suben por tu piel
que ya bajan por tu cuerpo hasta llegar al lugar,
a ese destino cierto, ay amor, te he descubierto,
y te mueves y me acunas, te acaricio y te siento
como entre suspiros dices si es tu humedad la que quiero,
si amor, ¿acaso no ves mis labios sedientos?
Quiero beber de tu fuente, ¡es mía!
porque yo la he descubierto,
dame amor...¡Ay amor como te siento!
Ya llegamos, el fin del viaje ya es nuestro,
tu mi colchón yo tu abrigo con mis manos en tu cuerpo,
ya puedes desmayar amor...¿sientes?
Tu y yo, un solo cuerpo.
..
Poemas, rimas
tomaré de la mano tu sueño y te llevaré de paseo,
no por esos lugares que acostumbramos a ir
hoy será a un lugar muy bello,
viajaremos tu y yo, adentro de ti, juntos, ven...
Flotemos entre nubes,
que ya en marcha se van sumando deseos.
Ya veo que te has quedado quieta
y mis manos silenciosas ponen en alerta tu cuerpo,
descendiendo poco a poco, recorriéndolo despacio,
para quitar toda tu piel del encierro,
soltando algunos botones, liberándote los senos,
que se hamacan al fin libres, para recibir mis besos
que van trepando muy lentos hasta llegar a tu cuello,
para sumergirse luego en la humedad de tu boca,
para saciarse...Sediento.
Mientras exploro el contorno de esos dos labios de fuego,
que saben a miel y brasa, donde me mojo y me quemo,
luego fingiendo llenarte y penetrar ese hueco,
como será penetrado mas adelante tu cuerpo.
Sientes amor ya mis manos temblorosas
bajan el ultimo baluarte, el que escondía el deseo,
y mientras mis ojos van recorriendo desde la raíz del pelo
hasta clavar la mirada donde se enciende mi fuego.
No suspires, aun no...
me gusta tanto mirar la desnudez de tu cuerpo,
como a ti que yo te admire, no suspires, aun no,
resérvalos para mis besos que ya suben por tu piel
que ya bajan por tu cuerpo hasta llegar al lugar,
a ese destino cierto, ay amor, te he descubierto,
y te mueves y me acunas, te acaricio y te siento
como entre suspiros dices si es tu humedad la que quiero,
si amor, ¿acaso no ves mis labios sedientos?
Quiero beber de tu fuente, ¡es mía!
porque yo la he descubierto,
dame amor...¡Ay amor como te siento!
Ya llegamos, el fin del viaje ya es nuestro,
tu mi colchón yo tu abrigo con mis manos en tu cuerpo,
ya puedes desmayar amor...¿sientes?
Tu y yo, un solo cuerpo.
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Poemas, rimas
Perdona amor
miércoles, 18 de febrero de 2009
¡ Mi mundo cambió !.
Con la serenidad de aquél que no necesita nada, mis horas transcurrían con una plácida calma pocas veces interrumpida por algún que otro movimiento en mi cuerpo que hacía aumentar mi comodidad.
No tenía ninguna duda, ¡era feliz!, y poco importaba aquella penumbra que mis ojos percibían de tanto en tanto, o que mi mundo se limitara a lo que me rodeaba, ¿para qué querer conocer lo desconocido si quizás no me daría las sensaciones que podía disfrutar ahora?.
Así, entre dormitar y despertarme corría el tiempo, y aunque parecía que este bienestar sería eterno, algo que no podía precisar rompía esa dulce monotonía y comenzaba a hacerme sentir una extraña sensación. Poco tardé en darme cuenta que mi mundo estaba cambiando.
Los movimientos que antes me acomodaban, se producían más seguidos y ya comenzaban a molestarme, produciendo un estremecimiento en todo mi ser.
Sin saber como detener el caos que afectaba mi mundo perfecto, solo me quedaba esperar a que todo pasara, respirando aliviado al retornar a mí la calma.
Pero mis temores no eran infundados, aquel día los movimientos eran más fuertes que de costumbre, y más seguidos que otras veces, hasta que sentí que algo se había roto, y por allí se escapaba mi felicidad.
Traté de ir tras ella, pero algo me retenía en el mismo lugar, y las paredes de mi mundo comenzaban a apretarme más y más, ¡sentía miedo!, después un fuerte empujón me arrojó no sé hacia donde...
Una luz brillante me impedía abrir los ojos, y una sensación de ahogo hacía que mis pulmones parecieran estallar, entonces un fuerte chasquido me hizo toser, y grité...
Ahora ya todo era inevitable...¡había nacido!.
No tenía ninguna duda, ¡era feliz!, y poco importaba aquella penumbra que mis ojos percibían de tanto en tanto, o que mi mundo se limitara a lo que me rodeaba, ¿para qué querer conocer lo desconocido si quizás no me daría las sensaciones que podía disfrutar ahora?.
Así, entre dormitar y despertarme corría el tiempo, y aunque parecía que este bienestar sería eterno, algo que no podía precisar rompía esa dulce monotonía y comenzaba a hacerme sentir una extraña sensación. Poco tardé en darme cuenta que mi mundo estaba cambiando.
Los movimientos que antes me acomodaban, se producían más seguidos y ya comenzaban a molestarme, produciendo un estremecimiento en todo mi ser.
Sin saber como detener el caos que afectaba mi mundo perfecto, solo me quedaba esperar a que todo pasara, respirando aliviado al retornar a mí la calma.
Pero mis temores no eran infundados, aquel día los movimientos eran más fuertes que de costumbre, y más seguidos que otras veces, hasta que sentí que algo se había roto, y por allí se escapaba mi felicidad.
Traté de ir tras ella, pero algo me retenía en el mismo lugar, y las paredes de mi mundo comenzaban a apretarme más y más, ¡sentía miedo!, después un fuerte empujón me arrojó no sé hacia donde...
Una luz brillante me impedía abrir los ojos, y una sensación de ahogo hacía que mis pulmones parecieran estallar, entonces un fuerte chasquido me hizo toser, y grité...
Ahora ya todo era inevitable...¡había nacido!.
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